Lo que libera mi alma.
Parte 1º.
Nos hallábamos amantes aferrados a una perpetuidad confusa.
Descendí hasta tu puerta y toque tus sentidos anhelantes de mí,
Agrietamos paso al amor que penetro nuestras idoneidades,
Inmediatamente nos empapamos en el atardecer hasta que el propio cayó.
En un minutar eventual el mundo se paralizó y me acariciaste.
No lo recapacité mucho y te bese al surgir la luna,
Tu mirada me conservó incierto y mi vida te arrebato el aliento que silenciosamente se difundía sobre mi entidad.
Como musitar versos de trova ante una flama de delectaciones que en ese instante nos arrastraba al amor.
Perseverantes nos miramos y celosamente mis dedos palparon y agasajaron tus cabellos lisos e inquietos que con el viento me demandaban placer.
Tus manos calidas se tendían vírgenes en mi rostro desnudo mientras mis pómulos se recogían de tantas caricias ensimismadas.
Las dicciones de tu boca se convirtieron en prosas y para mi pasaste a ser mi musa intrigante que me infundía a trazar un poema de boca a boca.
Luego rebasó el tiempo de partir; tan vertiginoso y tan pausado a la vez,
Mi organismo se despedía de ti y mi aliento se conmovía con rudeza mientras mi corazón implícito ardía del frío que sentía al apartarse de tu presencia.
Al instante, ya en mi hospedería, la vida eternizaba pero tu retrato se escurría renuentemente en mis pensamientos saturados de tu presencia pero con apetencia de ti.
Soñar es navegar junto a ti en un océano sin fin, en un mar que grita tu nombre, en un mar en donde alcanzas los sueños y nos muestra en sus ondas el amor de un desconocido universo juntos y nuestras travesías en el.
Kleiver J.R.T.
