Antes del invierno.
Parte 29.
Estar perdido es solo una conmoción de tiempo y espacio que ya no poseo, que perdí contando las estrellas en una tarde llena de recuerdos pasajeros, hermosos, encantados para mi presencia que en ese momento se encontraba reposando en nubes de praderas con matices diferentes de verdes y amarillos por la hojas caídas de los arboles, por la brisa de este otoño que limpia mi alma, me deja vacio y en espera de otro cuento o novela para ser protagonista.
Camino sin rumbo fijo, maduro mi mente y canto, bailo, desahogo mis penas y tristezas; caigo en un coma eterno, en un coma inestable sintiendo las partículas de un ser que postrado en mi cabeza me absorbe el dolor.
Nado a través de una vida completa, observo al pasar por la ciudad el desastre interno aproximándose a la realidad de este personaje feliz que lleva en su morral verde una bolsa repleta de sueños y pesadillas que atrasaron su vida y sus alucinaciones; es mi vida ese humano que corre por esos callejones, es mi verdad y mis neuronas extasiadas de tanta droga. El fuego carcome mis pasos y sumergiéndome hacia arriba me detengo a respirar en la profundidad del humo convertido en agua por una luciérnaga que fuma mientras sueña, le canto al sol amarillo que rosa las olas e ilumina mi cara haciéndome reír y nuevamente bailo y desahogo mis penas.
Dormito en el universo arropado por auroras y planetas que giran a mi alrededor y atraviesan mi cuerpo transparente y limpio, las emociones me invaden, me arrastran a un agujero negro en el vórtice de una estrella que procura cuidarme, darme amor y calor; al atravesar los aros de esta irrealidad me pierdo en otro sueño con el mismo final feliz, con el mismo final que me obliga a seguir durmiendo sin despertar en otro planeta callado, oscuro y vacio. Atravieso los aros de una aurora y en años luz se desmorona mi cuerpo con meteoritos que rozan apenas las ganas de morir.
Vuelo en versos de extasiante pación que atrofia mis ideas haciéndome vacilar en una nota atorrante de placer, caigo en esas hojas entre verdes y amarillas que me cubren por completo y me tocan todo el cuerpo deslizándose y excitando el otoño. Descubro otro universo hermoso y describo como nunca el lugar que no menciono por miedo a perder de nuevo un nuevo comienzo.
No… desátame… que es esa luz…
Ese ruido me atormenta, me encuentro en una telaraña y soy presa de un tic- tac de un reloj que no dice la hora solo me observa atado en esta hermosa enredadera llena de basura y hojas secas que casi no veo por la penumbra, que cubre este bosque gracias a la luna. Los fantasmas caminan a mí alrededor y cantan para mí, memorizo cada frase y oración; ahora la sangre corre por mis ataduras y canto de felicidad…
Canto con mis fantasmas en este sueño echo realidad que armoniza mi sed y seca este espacio muerto y jadeante en espera de un invierno frio y pausado, canto con mis ataduras para agudizar los sentidos que creí muerto y que recuerdo para seguir por esta felicidad que no es material, si nos mas bien; precisa…
Parte 29.
Estar perdido es solo una conmoción de tiempo y espacio que ya no poseo, que perdí contando las estrellas en una tarde llena de recuerdos pasajeros, hermosos, encantados para mi presencia que en ese momento se encontraba reposando en nubes de praderas con matices diferentes de verdes y amarillos por la hojas caídas de los arboles, por la brisa de este otoño que limpia mi alma, me deja vacio y en espera de otro cuento o novela para ser protagonista.
Camino sin rumbo fijo, maduro mi mente y canto, bailo, desahogo mis penas y tristezas; caigo en un coma eterno, en un coma inestable sintiendo las partículas de un ser que postrado en mi cabeza me absorbe el dolor.
Nado a través de una vida completa, observo al pasar por la ciudad el desastre interno aproximándose a la realidad de este personaje feliz que lleva en su morral verde una bolsa repleta de sueños y pesadillas que atrasaron su vida y sus alucinaciones; es mi vida ese humano que corre por esos callejones, es mi verdad y mis neuronas extasiadas de tanta droga. El fuego carcome mis pasos y sumergiéndome hacia arriba me detengo a respirar en la profundidad del humo convertido en agua por una luciérnaga que fuma mientras sueña, le canto al sol amarillo que rosa las olas e ilumina mi cara haciéndome reír y nuevamente bailo y desahogo mis penas.
Dormito en el universo arropado por auroras y planetas que giran a mi alrededor y atraviesan mi cuerpo transparente y limpio, las emociones me invaden, me arrastran a un agujero negro en el vórtice de una estrella que procura cuidarme, darme amor y calor; al atravesar los aros de esta irrealidad me pierdo en otro sueño con el mismo final feliz, con el mismo final que me obliga a seguir durmiendo sin despertar en otro planeta callado, oscuro y vacio. Atravieso los aros de una aurora y en años luz se desmorona mi cuerpo con meteoritos que rozan apenas las ganas de morir.
Vuelo en versos de extasiante pación que atrofia mis ideas haciéndome vacilar en una nota atorrante de placer, caigo en esas hojas entre verdes y amarillas que me cubren por completo y me tocan todo el cuerpo deslizándose y excitando el otoño. Descubro otro universo hermoso y describo como nunca el lugar que no menciono por miedo a perder de nuevo un nuevo comienzo.
No… desátame… que es esa luz…
Ese ruido me atormenta, me encuentro en una telaraña y soy presa de un tic- tac de un reloj que no dice la hora solo me observa atado en esta hermosa enredadera llena de basura y hojas secas que casi no veo por la penumbra, que cubre este bosque gracias a la luna. Los fantasmas caminan a mí alrededor y cantan para mí, memorizo cada frase y oración; ahora la sangre corre por mis ataduras y canto de felicidad…
Canto con mis fantasmas en este sueño echo realidad que armoniza mi sed y seca este espacio muerto y jadeante en espera de un invierno frio y pausado, canto con mis ataduras para agudizar los sentidos que creí muerto y que recuerdo para seguir por esta felicidad que no es material, si nos mas bien; precisa…
Kleiver J.R.T.
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